Este año Mall Plaza apostó en
grande en su quinto montaje y gira nacional. La historia a contar en esta
oportunidad, el clásico de James Barrie Peter
Pan y Wendy, relato que nos muestra la vida de un joven maravilloso y
travieso que no quiere crecer.
La obra musical, producida por
Enrique Inda, responsable de musicales como El
hombre de la Mancha, My Fair Lady, La Novicia Rebelde, Chicago, Cabaret, entre
otras que lo han posicionado como el regalón de los musicales en Chile, contó
con gran cantidad de aciertos, dentro de ellos la impecable producción musical
de Humberto Gatica, y un elenco que dio la talla al presentar la historia de
amistad e infancia.
Quien encarnó en esta oportunidad
al niño maravilloso de Barrie fue Augusto Schuster (Pituca sin Lucas, Amango) a quien los años de estudio de actuación
y otras maestrías en Argentina se han reflejado en un crecimiento tanto en el
dominio corporal, nivel actoral y voz en cuanto al canto. Schuster realmente
logró irradiar aquel resplandor de una obra teatral que tiene más de 100 años
de tradición. Juguetón, amistoso, vivaz y honesto, son algunos de los adjetivos
para su actuación esta noche, su última función, y antes de colgar las mallas
verdes, he de decir que el dominio del arte del arnés, con el que volaba por el
escenario (Y que escenario) fue impecable.
Peter no se encontró falto de
compañía y Campanita en esta
oportunidad estuvo personificada por Josefina Fiebelkorn (Vuelve Temprano), quien una vez más demostró su habilidad en el
plano de la actuación. A decir verdad su canción, durante el climax de la obra,
no estuvo nada mal, pero notamos que el canto no es lo suyo.
Por otro lado Wendy, encarnada
por la ex chica Rojo, Daniela Castillo, me sorprendió, pese a que la edad de la
cantante se hizo notar entre el elenco infantil. Lo mismo ocurrió con los
actores que encargaron a Juan y Miguel, papeles que se vieron deslucidos y
faltos de trabajo por parte de los actores a cargo de ellos. (Simplemente no
existieron…o no fueron gran aporte a la historia). La voz de Castillo destacó
dentro de las armonías, pero no así en sus duetos con el galán de Pituca sin
lucas.
Pero que sería de nunca jamás sin
los niños perdidos. ¡EXCELENTES! Un ramillete de buenas voces y personajes
deliciosamente logrados. Adorables, traviesos, emotivos y sobre todo
profesionales. Un buen trabajo de dirección ahí.
Sobre los indios y criaturas que
habitan nunca jamás, se vio un trabajo importante de corporalidad en todos
ellos, no así en las coreografías donde no se vio sincronía del todo. Eso se
hecho de menos si la apuesta era lograr a un nivel Broadway.
Y dejamos la parte compleja para
el final: El Capitán Garfio y sus compinches. Debo reconocer que durante
algunos minutos me sentí viendo un capítulo de Master Chef; si señoras y
señores, Gonzalo Valenzuela tuvo la brillante idea de hacer un James Garfio
francés. Yo entiendo las apuestas en obras de teatro, pero creo que esto resto
más que sumar. Sobre el humor, “el Manguera” se río de si mismo e igual logró
el ángel que hace que tengamos un poco de lástima por Garfio. (Para los que
hemos leído Peter Pan, el niño pasa muchas veces a ser el verdadero villano, y
Garfio es una de las victimas de sus juegos. Los piratas juegan toda la
novela). La estética de los piratas una libertad creativa de la producción. Un
grupo de metaleros, dentro de los cuales destacaban actores y bailarines.
Antes de terminar hay que hacer
mención sobre Katty Kowaleczko (Los 80)
, quien encarnó a la madre de los Darlings (la mamá de Wendy), que en un final
que se dio muchas libertades creativas, esta mujer se pone en frente a Peter
Pan y recuerda sus propias aventuras con él. (Cosa que ocurre con el personaje
de Wendy al final del libro).
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